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2 de octubre de 2019

LA PELEA DE LOS GITANOS TERMINÓ DE LA PEOR FORMA: TODOS DESALOJADOS

Durante tres días hubo combos, patadas, autos incendiados y amenazas entre campamentos rivales, hasta que la Gobernación y Carabineros fueron a comunicarles que se tienen que ir hoy. Y todo partió porque, dicen los gitanos, un pololeo entre dos adolescentes no era bien visto por los padres. Al final, unos se irán a La Serena, otros a Santiago, y otros no saben qué hacer.

Lo que partió como un pololeo imposible terminó mal. Pésimo. Durante tres días, campamentos gitanos rivales protagonizaron una pelea que tuvo combos, amenazas, palos, dos autos quemados y varios vídeos circulando en internet. Ayer, finalmente, la Gobernación y Carabineros fueron personalmente a comunicarles que todos se van a tener que ir este mediodía.

Todo este problema partió porque -cuentan los gitanos- una chica del campamento frente a Benito Ocampo pololeaba con otro de las carpas frente al Inacap. Sus papás no habrían estado de acuerdo con la relación, a la joven la habrían mandado a Santiago y comenzaron insultos de lado y lado. Una cosa habría llevado a la otra y de ahí el amenazante derrape de vehículos que se vio en los videos.

La discusión subió a tal nivel que la quema de vehículos terminó sin ningún acuerdo para pagar los daños. Ayer, de hecho, la pelea llegó hasta la feria de Ricaventura (ver nota secundaria) y durante la mañana ocho personas se fueron detenidas por amenazas (página 4).

Cuando Carabineros y la Gobernación llegó a notificar el desalojo, a eso de las 7 de la tarde, varios se habían adelantado. En el piso de La Chimba, basura, muebles y un peluche de oso panda fueron los pocos testimonios de la carpa de una familia que en la mañana estaba y en la tarde había desaparecido.

Angelo Pantichi vio la llegada de la fuerza pública mientras estaba terminando de cargar sus cosas en una camioneta roja para irse a La Serena. «Yo creo que la descendencia de nosotros va a seguir peleando, porque esta gente es vengativa», decía, molesto. «Queríamos arreglar, pero ellos en ningún momento aceptaron y quedó en nada».

La última tarde

Jorge California vivía -hasta ayer- en medio de los dos campamentos de carpas. Llevaba cinco años en Antofagasta y, con la notificación de ayer, posiblemente tenga que irse a Santiago. «Por ser gitanos, estamos pagando nosotros la culpa», comentaba, diciendo que hay mucho de discriminación en todo este tema.

Antes del procedimiento, la gobernadora Katherine López, dijo que entendía que la comunidad tiene sus tradiciones propias, «pero están en territorio chileno, y aquí las leyes se respetan. Si están alterando el orden público, nosotros vamos a tomar las funciones que tengamos que hacer». La seremi de Bienes Nacionales, Tamara Aguilera, agregó que «lamentablemente» debieron tomar acciones para parar la agitación que está ocurriendo.

Al otro lado de la ruta, frente al Inacap, los gitanos del otro campamento pedían a Carabineros que soltaran a su gente detenida. Fueron los últimos en ser avisados del desalojo de hoy. «Yo lo tomo con un poco de vergüenza», decía José, un gitano que no quiso dar su apellido y que aseguraba que los del frente no quisieron pasar la plata que valía el auto que les quemaron. Por eso, dice, hicieron una junta gitana y fueron para allá. «Toda nuestra vida trabajamos. Acá crecieron nuestros niños chicos, toda la gente nos conoce».

La tarde ya estaba cayendo sobre el último día de los gitanos en La Chimba. Antes de partir, Angelo Pantichi lamentaba lo que había pasado, aunque dijo que si vuelve a ocurrir otra riña se juntarán de nuevo. «Yo le aseguro que esto va a seguir, porque esto no puede quedar así», dijo.